DEL HUERTO A LA CIUDAD: AGRICULTURA FAMILIAR Y APROVISIONAMIENTO URBANO EN LA SIERRA ECUATORIANA
RESUMEN:
En Ecuador, la migración campesina es el motor principal de las recomposiciones del medio rural andino. En la provincia del Azuay, la disminución de la mano de obra en los últimos años ha provocado una desestructuración de las familias campesinas y una reorganización lógica de las tareas agrícolas. Sin embargo, gracias a la cercanía de la ciudad de Cuenca, los campesinos desarrollan una actividad comercial intensa, orientada hacia la ganadería y la agro-ecología. Si por una parte podemos considerar esta dinámica como el símbolo del renacimiento de la agricultura familiar, por otra parte falta todavía una visión ambiciosa para llegar verdaderamente a un modelo de desarrollo rural sustentable que erradique la pobreza rural y garantice la soberanía alimentaria en esta región andina.
PALABRAS CLAVE:
Ecuador, Andes, agricultura familiar, aprovisionamiento urbano.
ABSTRACT:
In Ecuador, the peasant migration is the main engine of the Andean rural recompositions. In the province of Azuay, the decrease in the labour force in recent years has caused a destructuring of rural families and a logical reorganization of the agricultural tasks. However, thanks to the proximity of the city of Cuenca, farmers develop an intense commercial activity, oriented towards livestock and the Agroecology. If on the one hand we can consider this dynamic as the symbol of the Renaissance of family farming, on the other hand lack still an ambitious vision to truly reach a model of sustainable rural development that will eradicate rural poverty and ensure food sovereignty in the Andean region.
KEY WORDS:
Ecuador, Andes, farming, urban supply.
En los últimos años, la migración ha sido un factor de cambio fundamental de las prácticas campesinas en la región andina del Ecuador. La disminución progresiva de la mano de obra ha dado lugar a una transformación del uso del suelo, que implica una mutación de la actividad agropecuaria y de la economía familiar. A través de este artículo nos proponemos hacer un análisis más amplio, observando precisamente la redefinición de las relaciones campo-ciudad en la provincia del Azuay, el corazón histórico de la migración ecuatoriana. Por eso nos vamos a focalizar en el caso de la parroquia Octavio Cordero Palacios, y organizaremos nuestra reflexión a partir de una pregunta simple: ¿en qué medida el contexto migratorio ha favorecido la emergencia de redes de productores que participan activamente en el aprovisionamiento agrícola de la ciudad de Cuenca?
En Ecuador, la migración es un fenómeno de importancia nacional: en 2008, entre 1.4 y 1.6 millones
de ecuatorianos vivían en el extranjero (FLACSO, 2008: 15). En los últimos años, las
publicaciones sobre el tema migratorio han sido numerosas y han permitido debatir sobre cuestiones tanto
sociales (Herrera et al., 2006, 2008) como económicas (Acosta et al., 2006; Nieto, 2005).
Nosotros nos proponemos dar una visión geográfica de los efectos de la migración,
analizando precisamente las recomposiciones agrarias en la región andina. Por eso elegimos una localidad
con una historia y una situación geográfica singulares, como ejemplo de las mutaciones del medio
rural en el contexto migratorio actual.
UNA MIGRACIÓN ANTIGUA EN UNA LOCALIDAD DE LA PERIFERIA DE CUENCA
En primer lugar, realizamos un trabajo de investigación en la parroquia Juncal, ubicada en la provincia
del Cañar, donde pudimos constatar que la migración continua de la población campesina
desde hace doce años influye sobre el uso del suelo. Observamos que, debido a la falta de mano de obra,
las familias reducen cada vez más las superficies cultivadas y prefieren dedicarse a la ganadería,
para tener ingresos regulares con la venta de leche (Rebaï, 2008).
Luego, para seguir nuestro análisis de los efectos de la migración en la sierra ecuatoriana, y
para no limitarnos a un estudio de caso, tuvimos que orientarnos hacia una localidad cuya historia migratoria
era más antigua, para describir sus efectos concretos en una escala temporal más amplia.
Lógicamente, nos dirigimos hacia la provincia del Azuay, en donde la migración internacional de la
población campesina empezó en los años cincuenta (Carpio, 1992).
Sin embargo, al cambiar de marco regional, tuvimos que integrar en nuestra reflexión el tema de la
influencia urbana sobre la agricultura campesina. Más allá del contexto migratorio, tuvimos que
considerar el crecimiento demográfico de la ciudad Cuenca, la cabecera provincial del Azuay, la cual
mantiene relaciones intensas con las localidades rurales de su periferia desde su fundación en el siglo
XVI (Poloni-Simard, 2006). Al profundizar en la dinámica poblacional, se reporta que la población
de la tercera ciudad ecuatoriana pasó de 87,415 a 277,374 habitantes entre 1974 y 2000 (Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos, INEC), lo que probablemente tuvo consecuencias importantes sobre
la actividad agropecuaria provincial en los últimos años.
Así, nos dirigimos hacia la parroquia Octavio Cordero Palacios ubicada a 22 km de la ciudad de Cuenca.
Respecto a nuestra primera experiencia de investigación en la provincia del Cañar, la
cercanía de un polo urbano nos pareció un elemento nuevo muy interesante, ya que podíamos
estudiar la evolución de la agricultura familiar en un contexto a priori favorable. En Juncal,
la migración sigue siendo la única alternativa económica porque esta localidad pertenece a
un «subespacio de la periferia pasiva [del territorio nacional]» (Deler, 2007: 375), donde el
desarrollo de la agricultura comercial es casi imposible, debido al alejamiento de la grandes ciudades del
país. Por el contrario, la proximidad urbana puede ser una ventaja para el sostenimiento de la
agricultura familiar al favorecer la emergencia de redes cortas de aprovisionamiento, como lo han mostrado
geógrafos franceses en diferentes estudios de caso africanos (Chaléard, 1996; Tallet, 1999; Calas,
1999). Antes de realizar nuestro trabajo de campo, tuvimos que constituir una base de informaciones para
caracterizar nuestra nueva zona de estudio.
Figura 1. Mapa de ubicación de la parroquia Octavio Cordero Palacios
Fuente: Instituto Geográfico Militar.
DISMINUCIÓN POBLACIONAL Y CAMBIOS AGRARIOS EN LA PARROQUIA OCTAVIO CORDERO
PALACIOS
Durante la primera etapa de nuestro trabajo de investigación, en el campo, consultamos los datos del INEC
y los del Instituto deEstudios de Régimen Seccional del Ecuador (IERSE, 2003). Eso nos permitió
constatar dos fenómenos clave: una caída poblacional de 33.4% en la parroquia Octavio Cordero
Palacios, entre 1982 y 2001, y un cambio profundo en el uso del suelo caracterizado por una disminución
de las superficies cultivadas (-9%) y un aumento excepcional de las áreas de pasto (+84%), entre 1991 y
2001.
Cuadro 1. Evolución poblacional en la parroquia Octavio Cordero Palacios (1982-2001).
Año |
1982 |
1990 |
2001 |
Número de habitantes |
3 134 |
2 767 |
2 178 |
Fuente: INEC.
Cuadro 2. Evolución del uso del suelo en la parroquia Octavio Cordero Palacios (1991-2007).
Uso del suelo |
Superficies en hectáreas |
Evolución en % |
|
1991 |
2001 |
||
Cultivos |
1 194,2 |
1 088 |
-8,9 |
Bosques |
596,1 |
479,6 |
-19,5 |
Páramos |
173,2 |
152,9 |
-11,7 |
Pasto |
300,9 |
554,4 |
+84,2 |
Fuente: IERSE (2003).
Con esta información podíamos considerar legítimamente que la
disminución de la mano de obra era el factor principal del cambio en el uso del suelo, y suponer al mismo
tiempo que las transformaciones podían ser mucho más importantes entre 2001 y 2012, considerando
el aumento de la migración tanto en esta zona como en el resto del país.1 Para verificar esta
hipótesis entramos en la dimensión práctica de nuestra investigación al vincularnos
con la población local. Así, consultamos a cincuenta personas y nos dedicamos a un trabajo de
entrevistas según dos modos:
Este trabajo, en cada hogar, nos permitió precisar los efectos de la migración sobre las
estructuras familiares campesinas, que sobrepasaba las estadísticas demográficas oficiales del
INEC. Así, constatamos que desde 1976 el 29% de la mano de obra global había salido a los Estados
Unidos de Norteamérica, y que solamente se quedó el 29% de las personas para dedicarse a la
agricultura a tiempo completo. Por lo demás, el 17% de la gente tiene un empleo urbano y, por
consecuencia, no puede trabajar la tierra regularmente; mientras que el 25% de los individuos constan de
niños y de ancianos que no ayudan en la finca. En este contexto, se produjo lógicamente una
recomposición progresiva de las tareas agrícolas en los últimos años, y para
entenderlas nos interesamos principalmente en las familias con migrantes, para saber cómo siguen
trabajando la tierra a pesar de la falta de mano de obra.
ENTRE CAMPO Y CIUDAD: LAS DOS CARAS DE LA INVESTIGACIÓN
Tras consultar a las familias con migrantes sobre sus lógicas de trabajo obtuvimos respuestas muy claras.
Para ellas, el objetivo es vincularse con el mercado urbano de Cuenca para sacar ingresos regulares. En
consecuencia, las personas que se quedan, las mujeres en particular, prefieren aumentar por un lado las
superficies de pasto para vender leche y criar cuyes, y por otro lado intensificar el trabajo sobre micro
huertos para vender hortalizas. Así, desaparecen progresivamente el maíz, el haba, el frijol y los
tubérculos. Asistimos, pues, a un cambio profundo en las prácticas agrícolas: las
superficies de cultivos de ciclo largo se reducen cada vez más porque no aseguran la supervivencia diaria
de los hogares.
Fotografía 1. El nuevo paisaje agrario en la parroquia Octavio Cordero Palacios. Los tres componentes del paisaje agrario en la parroquia Octavio Cordero Palacios: el huerto, el ganado y la casa nueva, símbolo del éxito migratorio.
Fuente: Rebaï (2009).
Así, después de una mutación profunda en el uso del suelo, nos enteramos que la
migración había provocado la redefinición de las relaciones campo-ciudad. Si hasta finales
de los años noventa las familias de la parroquia Octavio Cordero Palacios se iban a Cuenca para comprar
una parte de sus necesidades alimentarias, ahora constatamos que participan activamente en el aprovisionamiento
urbano, al vender hortalizas, frutales, productos lácteos y pequeños animales. No obstante, no
podíamos limitarnos a esta constatación y teníamos que orientar nuestra metodología
para entender las lógicas de inserción urbana de los campesinos. Por eso realizamos otra serie de
entrevistas y de encuestas. Eso constituyó la segunda etapa de nuestra investigación, en la
ciudad.
En definitiva, pudimos estudiar la recomposición de la actividad campesina como si fuera una cadena: al
inicio nos dedicamos a la parte agraria y a los efectos de la migración sobre el uso del suelo, y luego
estudiamos la dimensión comercial y la complementariedad creciente entre lo rural y lo urbano. Ahora
vamos a desarrollar este último tema.
Hasta finales de la década de los noventa, los campesinos de la parroquia Octavio Cordero
Palacios no vendían productos agrícolas, o lo hacían de manera muy excepcional en algunas
ferias rurales, o a veces como vendedores informales en las calles de Cuenca. Las fuentes monetarias para los
gastos agrícolas y domésticos provenían principalmente de las actividades
extra-agrícolas (artesanía, migraciones temporales a la costa para trabajar en las plantaciones
bananeras o cacaoteras y migración internacional). Pero desde hace poco la emergencia de redes regionales
de productores ha provocado un cambio importante en la economía familiar.
APOYOS INSTITUCIONALES Y FORMACIÓN DE REDES DE PRODUCTORES
Hace quince años, los campesinos de la zona empezaron a vincularse a los mercadosgracias a la
intervención del cura de la parroquia, quien los animó a producir frutas y hortalizas para ya no
depender de las remesas. En la provincia existía una sinergia entre la Iglesia y las ONG desde
hacía más de quince años, que correspondía a una voluntad común de viabilizar
la condición campesina después de la Reforma Agraria (1964/1974), creando grupos de trabajo y de
producción en varias localidades del Azuay. En los años noventa aparecieron en el debate sobre el
desarrollo rural regional algunas instituciones como la Universidad de Cuenca o el Centro de Agricultura
Biológica, para investigar en el campo y encontrar alternativas a la pobreza rural y a la
migración. En los inicios del 2000, el municipio de Cuenca y el CREA actuaron de manera concreta al crear
dos asociaciones de productores agro-ecológicos, que reunían en 2009 más de 300
familias.
Según los diferentes técnicos que trabajan sobre el tema, la agro-ecología constituye un
enfoque muy concreto del desarrollo rural, justamente porque garantiza el acceso de los campesinos al mercado,
atribuyéndoles títulos de productores limpios (que trabajan sin químicos). Desde un punto
de vista puramente comercial, eso permitió tener desde el inicio un ambiente de confianza con los
consumidores, quienes ahora prefieren comprar los productos locales y favorecer la agricultura azuaya. La
formación de dos redes regionales de pequeños productores constituyó también un
marco institucional muy importante para la inserción urbana y para luchar (oficiosamente) contra la
informalidad. Así, entre el campo y la ciudad se desarrollaron nuevas formas de complementariedad que
modificaron tanto los espacios urbanos de venta, como la economía campesina.
Fotografías 3, 4, 5 y 6. La visibilidad de las asociaciones campesinas en los mercados cuencanos.
Las carpas y los uniformes verdes permiten una mejor visibilidad de los Productores Agroecológicos del Azuay (PAA-Municipio de Cuenca) en la feria de Miraflores…
… mientras que las vendedoras informales del mercado de la 9 de Octubre luchan entre los autobuses y, a veces, contra la policía.
Fuente: Rebaï (2009).
TRABAJOS COLECTIVOS Y CAMBIOS EN LA ECONOMÍA FAMILIAR
En la parroquia Octavio Cordero Palacios existen varios grupos de trabajo que nacieron al
final de los noventa para luchar contra la falta de mano de obra. Entre ellos, el grupo de productores
agro-ecológicos Bajo Invernadero3 es uno de los más dinámicos, reúne cinco
familias y recibe el apoyo técnico del CREA desde 2004. Dentro del grupo, diez personas se dedican
diariamente a la agricultura para mantener a 24; mientras que desde 1995 la mano de obra global se redujo en un
30% por la migración. Las salidas al mercado se desarrollan dos veces a la semana, lo que permite a las
cinco familias tener ingresos muy regulares. Entre las tareas agrícolas y la parte comercial, los
miembros del grupo Bajo Invernadero trabajan colectivamente haciendo mingas para el trabajo de la
tierra y actuando como un equipo de venta los días de mercado.
Fotografías 7 y 8. Vendedores en el mercado del CREA. Productores del grupo Bajo Invernadero vendiendo hortalizas.
Fuente: Rebaï (2009).
Según las entrevistas que tuvimos con los diferentes miembros del grupo, antes de pertenecer a la
Asociación de Productores Agro-ecológicos del Austro, ninguno de ellos se iba a Cuenca para vender
cultivos. Ahora, todos tienen ingresos regulares, como lo indica el cuadro siguiente:
Cuadro 3. Detalle de los ingresos agrícolas (en dólares) de cinco productores agro-ecológicos de la parroquia Octavio Cordero Palacios (septiembre de 2008 – mayo de 2009).
Productor |
Hortalizas y frutales |
Pollos y huevos |
Cuyes |
Lácteos |
Total |
Ingreso promedio mensual |
1 |
1179,4 |
54,9 |
81,5 |
716,6 |
2032,4 |
225,8 |
2 |
485,45 |
280,1 |
100 |
742,35 |
1607,9 |
178,6 |
3 |
248,1 |
104,9 |
196,8 |
94 |
643,8 |
71,5 |
4 |
280,25 |
64,75 |
66 |
248,7 |
659,7 |
73,3 |
5 |
519,9 |
0 |
10 |
159,25 |
682,15 |
75,8 |
Fuente: Libro de cuentas, grupo Bajo Invernadero. Cálculos: Rebaï.
A pesar de los costos de transporte (4 dólares semanales/productor), de los impuestos en los mercados (5
dólares mensuales/productor) y de las compras regulares de abono orgánico (entre 5 y 10
dólares mensuales/finca), la actividad agropecuaria se ha vuelto una fuente monetaria importante, con un
ingreso promedio de 125 dólares mensuales por cada productor.
Sin embargo, si consideramos las ventas directas en las fincas, en particular la de leche a los intermediarios,
los ingresos pueden alcanzar más de 400 dólares mensuales (productor 1). Si nos interesamos por
las ventas informales de pequeños animales (directamente en las fincas o en las calles cuencanas),
igualmente constatamos un aumento de los ingresos agropecuarios de 50 % (productor 2) y de 80% (productor 3).
Entonces, podemos decir que existe una fuerte incremento de la producción pecuaria con fines comerciales;
no obstante, las ventas de hortalizas y frutas constituyen un fuerte porcentaje de los ingresos agropecuarios,
(42% para el productor 4 y 76 % para el productor 5) .
Después de la descripción de la importancia de la actividad pecuaria, se necesita dar otra
precisión sobre el rol fundamental de las fuentes monetarias exteriores para la economía familiar.
Actualmente, los empleos locales y las remesas siguen constituyendo más del 50% de los ingresos globales
de este grupo. Solamente una explotación vive integralmente de sus ventas agropecuarias (productor 4): se
trata de una mujer que vive sola, quien está bien integrada a la dinámica colectiva del grupo para
vincularse al mercado cuencano.
Al otro extremo nos encontramos con una familia (productor 5) cuyos ingresos provienen en 86% de los empleos
urbanos. En este caso ya no vale hablar de hogar campesino porque las ventas de hortalizas, de frutas o de
lácteos representan una parte marginal de la economía doméstica. Para la tercera familia
(productor 3), las remesas representan el 50% de los ingresos globales, lo que parece fundamental para la
supervivencia del grupo cuando se nota el bajo nivel de actividad comercial. En los dos últimos casos
observamos una situación intermediaria, con ingresos agropecuarios que representan el 37% de la
economía familiar (productor 2), y un caso exitoso, con el 75% de las fuentes monetarias familiares que
vienen principalmente de las ventas de hortalizas y de frutas, de lácteos y de pequeños
animales.
La conclusión parcial que podríamos hacer, después de analizar estas cifras, es que la
inserción urbana de los campesinos de la parroquia Octavio Cordero Palacios es indudablemente un factor
de mejoramiento de la economía familiar. Además, la orientación hacia un sistema productivo
más intensivo en trabajo les permite llegar a su propia seguridad alimentaria. Sin hablar de
revolución, podemos considerar que esta experiencia es muy interesante, pero la vía
agroecológica sigue con debilidades.
PROBLEMAS TÉCNICOS Y LIMITACIONES DE LAS REDES DE PRODUCTORES
El auge de la agro-ecología en la provincia del Azuay no debe borrar las dificultades y los
límites de la agricultura familiar en esta provincia. A la pregunta, ¿puede la
agro-ecología constituir una vía de desarrollo rural en el contexto migratorio regional?; por el
momento, no podemos responder de manera afirmativa, por varias razones:
El desarrollo de la agricultura comercial y el aprovisionamiento urbano no pueden limitarse a un grupo reducido
de productores especializados en la producción de hortalizas. La diversificación agropecuaria
tiene que ser el elemento central de la agricultura regional, para permitir a una mayoría de campesinos
vincularse al mercado y vender sus productos. Además, la multiplicación de los puntos de ventas en
toda la provincia debería ser prevista, para dar la oportunidad a los campesinos ubicados en las partes
marginales de la región de acceder regularmente a un espacio de venta. Eso debería ser
acompañado de un mejoramiento de las condiciones de transporte para aumentar la rentabilidad de la
actividad campesina. En definitiva, el desarrollo de la agricultura comercial en la provincia del Azuay pasa por
la integración de un número más importante de productores, por un fortalecimiento del apoyo
institucional y por un ordenamiento del espacio regional para articular la capital, Cuenca, con su periferia
rural.
La emergencia de la agricultura comercial en la provincia del Azuay, y particularmente en la parroquia Octavio
Cordero Palacios, aparece como un fenómeno interesante de las mutaciones actuales de la ruralidad andina.
En efecto, hemos constatado que gracias a los apoyos de varias instituciones públicas, las
pequeñas unidades de producción pueden ser eficientes para aprovisionar cotidianamente el mercado
urbano de Cuenca, lo cual les permite sacar ingresos regulares. Así, la conexión entre la
agricultura familiar y el medio urbano o, mejor dicho, el desarrollo de redes cortas de productores,
podría ser a mediano plazo el factor clave del mantenimiento de las explotaciones familiares en esta
región.
Sin embargo, no deben ignorarse las debilidades de la dinámica comercial regional. Por el momento, se
nota que las redes de productores integran un número muy reducido de agricultores, mientras que la
mayoría de las explotaciones de la provincia del Azuay, en particular las que se encuentran en las
localidades más alejadas de la ciudad de Cuenca, no tienen acceso a los consumidores urbanos. Por eso la
migración sigue siendo la principal alternativa para la sobrevivencia de muchas explotaciones. Por ello,
los apoyos institucionales deberían ser más importantes en toda la provincia, tanto para el
crecimiento y la diversificación de la producción regional, como para el mejoramiento de las
economías familiares.
En el Ecuador, cuyo mercado agrícola ha sido desorganizado en las últimas décadas por la
apertura liberal (Peltre-Wurtz, 2004), el desarrollo de redes de productores locales y el acercamiento entre las
ciudades y las áreas rurales podrían ser los primeros pasos para actuar concretamente a favor del
mantenimiento de la agricultura campesina. Eso permitiría el mejoramiento de las economías rurales
y seguramente, la diversificación agrícola de las pequeñas unidades de producción,
las cuales tendrían un rol mucho más importante para la seguridad alimentaria nacional. En
definitiva, sería probablemente la estrategia más eficiente para luchar contra la migración
y la proletarización de los campesinos.
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