PAISAJES MULTIDISCIPLINARIOS DE LA RELACIÓN ENTRE LOS PUEBLOS Y LA NATURALEZA

 

Celia Ruiz de Oña Plaza
cimsur-unam
Fausto Bolom-Ton
cimsur-unam

 

El área mesoamericana se constituye como puente y reservorio biofísico y cultural de importancia planetaria, sujeto a crecientes tensiones entre conservación y aprovechamiento de los recursos naturales, en un contexto de desigualdad social y política, así como de agravamiento de la crisis ambiental global. Dentro de este marco, el presente número de la Revista Pueblos y Fronteras Digital ofrece un conjunto de investigaciones realizadas en la región sureste de México, con temáticas, metodologías y perspectivas disciplinarias que exponen la complejidad del estudio de lo ambiental en interacción con lo social.

El número da cabida a enfoques y expresiones de investigación que van desde las ciencias biológico-ecológicas hasta las antropológico-sociales, lo cual pone de manifiesto las dificultades relativas a la articulación de abordajes de investigación sobre la interacción sociedad-naturaleza. Dentro de tal diversidad temática subyace el debate en torno a la necesidad de desarrollar enfoques multi y transdisciplinarios que complementen, amplíen e integren la comprensión del estado de la situación socioambiental en el área, que contribuyan a superar las limitaciones derivadas de visiones unidisciplinarias y que profundicen el impacto práctico de las investigaciones.

Es cierto que las barreras de comprensión y limitaciones del diálogo interdisciplinar plantean retos en el camino de la integración de perspectivas que fructifiquen en explicaciones profundas y holísticas de las problemáticas ambientales que enfrenta nuestra región mesoamericana. No obstante, la expectativa es que la investigación de tipo transdisciplinar tendrá un mayor efecto y trascendencia respecto de la degradación ambiental, en el diseño de políticas más adecuadas, dentro de un marco de justicia social y de respecto a la diversidad social y cultural. Es nuestro anhelo que esto así sea.

Partiendo de los planteamientos anteriores, el número se abre con una selección de tres trabajos relevantes ubicados en el ámbito de la etnobiología, corriente pionera en el estudio interdisciplinario de la interacción sociedad-naturaleza.

La primera contribución, «Concepciones sobre los animales en grupos mayas contemporáneos», de Fernando Guerrero Martínez, aborda la interacción de los mayas actuales con la fauna a partir de la descripción de las prácticas y concepciones generadas por la adivinación y las señales que dan los animales. De esta manera, el autor revela las múltiples formas e identidades que adopta la relación y el contacto con la fauna y la posición central que tiene esta para el desarrollo de las formas de vida mayas y de la construcción de su visión del mundo. Plantea establecer un diálogo estrecho entre las concepciones indígenas y las de la ciencia moderna, con el fin de lograr respeto y valoración de los sistemas de conocimiento tradicionales.

En el siguiente trabajo, «Aproximaciones a la etnomicología maya», Felipe Ruán-Soto y Marisa Ordaz-Velázquez, realizan un acercamiento a las concepciones y a las prácticas tradicionales de las poblaciones mayas con los hongos. Los autores señalan la importancia ecológica y la diversidad de especies en la región mesoamericana y presentan evidencia de su uso histórico en el contexto maya. Luego de un detallado recorrido por la variedad de usos, conocimientos y manejo de los hongos, advierten de la pérdida de todo este bagaje cultural en los mayas actuales y, al igual que el anterior trabajo, instan a la comunidad académica a profundizar en los estudios sobre esta notable y milenaria relación.

Partiendo de la etnobotánica, el trabajo de Eréndira Cano, «Huertos familiares: un camino hacia la soberanía alimentaria», reflexiona sobre el potencial de los huertos familiares como sistema productivo que garantice la alimentación. Luego de una exhaustiva descripción de lo que es un huerto familiar, la autora reflexiona en torno a la idea de soberanía alimentaria como contrapropuesta al paradigma de desarrollo dominante y como nuevo marco para una política que garantice el derecho a una alimentación social y ambientalmente sana. Reivindica la naturaleza política del acto de comer y apela a un mayor compromiso desde la academia como fuente de propuestas científicas y políticas que promuevan tal soberanía.

Si los anteriores trabajos fueron amplios en sus perspectivas y análisis, las dos contribuciones siguientes abordan problemáticas muy particulares de conservación de recursos desde innovadores enfoques, retomando análisis de corte cuantitativo, ecológico y geográfico, complementado con registros de tipo etnográfico.

La primera de estas, «Intercambio de plantas entre huertos y otros espacios: ¿una estrategia de conservación para el bosque mesófilo de montaña del volcán Tacaná, Chiapas, México?», de María Eugenia Escobar Hernández, Eduardo Bello Baltazar y Erin Estrada Lugo, analiza, desde la etnobotánica cuantitativa, el espacio de los huertos familiares, pero en el entorno rural específico de Chiquihuite, una comunidad mame localizada en la zona núcleo de la Reserva de la Biosfera del volcán Tacaná, en la frontera con Guatemala. Aquí, los autores se plantean hasta qué punto estos huertos contribuyen con la conservación de especies típicas del bosque mesófilo, a través de los intercambios de especies de variados usos que ejercen los habitantes de la comunidad.

Por otro lado, desde la perspectiva de la ecología urbana, el trabajo de Araceli Calderón, Lorena Soto Pinto y Margarita Huerta Silva, «Paisajes agroforestales en el espacio periurbano de una ciudad media, ¿oportunidad para la conservación o deterioro del bosque?» innova en su escala analítica al enfocarse en la interfaz urbano-rural, abandonando una de las miopías clásicas en los estudios de conservación: su restricción a entornos rurales y áreas protegidas. El estudio analiza los procesos de apropiación social rural y urbana de los remanentes de sistemas agroforestales localizados en el cerro el Huitepec, San Cristóbal de Las Casas, y se interroga hasta dónde los procesos de cambio en los usos del suelo son resultado del avance de la frontera urbana o si, por el contrario, abren la puerta a una nueva configuración espacial que combina usos urbanos y rurales a la vez que se conserva la matriz agroforestal.

El siguiente artículo, de Antonio Castellanos-Navarrete y Kees Jansen, «Expansiones de la palma de aceite sin exclusión: acumulación y ambientalismos en México», muestra con destreza las difíciles interacciones entre las políticas agrarias, las ambientales y la inserción en los mercados globales. Presenta un análisis novedoso de la experiencia de agricultores chiapanecos en el Soconusco que se dedican a la siembra de palma de aceite y que buscan una inserción ventajosa en el mercado mundial. La experiencia de estos productores, con un alto nivel de autogestión derivado de políticas estatales de promoción y apoyo a los biocombustibles, desafía los postulados teóricos del acaparamiento verde y el ecologismo de los pobres. A la vez, pone de relieve las tensiones entre los grupos ambientalistas y activistas contrarios a la palma de aceite y los campesinos que ven en ella una oportunidad de ganancia económica, en un contexto de crisis de producción agrícola.

Otras dos aportaciones al número —un artículo de investigación y una nota de investigación—, nos trasladan al ámbito del análisis político-institucional bajo el concepto de gobernanza.

«El papel de la información en la configuración de la gobernanza ambiental», de Iris Liskovsky y Manuel Parra, explica cómo el desconocimiento de los pescadores de una zona protegida de la región del Soconusco, Chiapas, respecto de sus obligaciones y derechos sobre el uso y acceso a los recursos naturales les limita y les impide una participación local activa y propositiva. Las omisiones en la información que se entrega a los campesinos configuran un sistema de gobernanza que concentra el poder en manos de actores estatales, quienes ejercen de facto la toma de decisiones acuerpadas bajo el discurso de la participación local como forma de legitimación de regulaciones variadas que son desventajosas para los locales.

En otra vertiente temática, el artículo de Iván Porraz Gómez, «Juventud migrante del sur. Apuntes para su construcción conceptual», desde un abordaje social-antropológico se pronuncia por una revisión de los conceptos formados respecto de la migración de los jóvenes.

Se incluye en seguida la nota de investigación «Dimensiones de gobernanza para la sustentabilidad hídrica», de Cruz García Lirios, Javier Carreón Guillén y María Luisa Quintero Soto. Tras abordar el cambio de paradigma en la gestión pública subrayado por la construcción de un sistema de gobernanza, los autores señalan que la gestión hídrica bajo parámetros de gobernanza en red supone mucho más que el simple establecimiento de tarifas. Cuestionan después la efectividad de los sistemas de cobro así como los de gestión basados en identidades apegadas a una idea de abundancia del agua. Abogan, por el contrario, por una gobernanza del agua que construya una identidad colectiva y equitativa, basada en un humanismo transnacional, en una nueva cultura de ahorro del agua y de cuidado del ambiente.

También forman parte de este número dos reseñas, una Miguel Lisbona Guillén y otra de Carlos Gutiérrez Alfonzo. El primero, mediante su texto «Recorrer y vivir lo sagrado desde sus edificaciones», aborda los antecedentes y el contenido de Territorialidades y arquitecturas de lo sagrado en el México contemporáneo, libro coordinado por Martín Manuel Checa-Artasu, Jesús López García y María Cristina Valerdi Nochebuena. Por su parte, Carlos Gutiérrez comenta, del doctor Andrés Fábregas Puig, el volumen titulado El mosaico chiapaneco. Etnografía de las culturas indígenas, e incluye un recorrido por la obra antropológica de este autor en lo tocante a los pueblos indígenas de Chiapas.

Esperamos que este multifacético número pueda ser de disfrute y utilidad para nuestros lectores.